En la recien historia del desarrollo es exponencial: los tiempos se contractan, los avances explotan.
En este sentido, las herramientas usadas para el oficio de arquitecto evolucionan. En pocos años, el dibujo a mano y la maqueta, dos principales medios de trabajo del arquitecto, dieron lugar a nuevas técnicas de representación ligadas a una forma de proyectar:
El dibujo asistido por ordenador (CAD) empezó a ofrecer el mismo proceso que el dibujo a mano (trazado de línias, puntos, sombreados…) a pesar de su mayor precisión. Sin embargo la relación directa mente-dibujo operada por la mano se vió afectada, y con ella el proceso proyectual, menos intuitivo y más regulado, ordenado, delimitado.
Otra categoría de dibujo asistido por ordenador, el BIM (Building Information Modeling), en el cual ya no se dibuja geometría sino información (una pared de x características, una puerta de x tipo, etc…) acentúa aún más esta mutación en el proceso: eficiencia contra instinto.
Con los nuevos programas de diseño paramétrico, se llega a lograr un control y una exactitud de formas de alta complejidad, cuya existencia depende del programa y de la potencia del procesor .
Por lo tanto, el papel de la máquina en el proceso del diseño es cada vez más importante, reduciendo cada vez más la presencia humana, hasta poder llegar incluso a anularla: de la misma manera que un ordenador puede ganar una partida de ajedrez contra un humano, los programas de inteligencia artificial se desarrollan hoy en día en campos como el reconocimiento de imágenes para motores de recerca hacia las competencias de diseño a partir de inputs de diferentes fuentes para generar un producto final calculado como el perfecto resultado.

Por otro lado, los avances de las tecnologías de modelado 3D han podido dar lugar a una nueva herramienta de representación proyectual, convirtiéndose en herramienta de trabajo: el renderizado.
Junto a las formas complejas y extravagantes que permiten los programas de diseño paramétrico, participa activamente en hacer cada vez más de la arquitectura un producto fotogénico.
El movimiento moderno llamaba al diseño de espacios según su función, prescindiendo de cualquier elemento decorativo (A. Loos, Ornamento y Delito). Como lo indica Le Corbusier en su obra Vers une Architecture, al igual que la forma de un coche, un barco o un avión responde enteramente a su función sin ningun elemento superfluo, la casa se tiene que diseñar de manera óptima, como una máquina, una máquina de habitar.
En Learning from Las Vegas, Venturi pone a la luz los trastornos generados por la intensidad de la sociedad capitalista: la señalética y la forma como imágen definen el edificio. El espacio que genera es superfluo (la forma comprime la función).
En el mundo de la difusión digital, más que la imágen de un edificio para los ocupantes del lugar prima la imagen del edificio para su difusión, es decir las imágenes que se pueden sacar de él. En este sentido podríamos hablar de arquitectura fotogénica, donde después de sucumbir a la apariencia final, el espacio arquitectónico se dobla a las perspectivas clave, los ángulos más nobles, que algún día acabarán en una plataforma digital o en las redes sociales.
Por último, la categoría de los collages, muy actual, posible futuro del mundo de la renderización. Mediante el uso de programas informáticos, proponen imágenes atractivas que enfatizan un punto de vista de un proyecto, sin embargo sin anclarse en una realidad fotográfica sino proponiendo una realidad propia, la del autor.