REFERENTES
La manera de recibir y transformar información ha variado de manera radical desde la aparición de la dimensión digital.
En términos globales el mundo digital ha destruido las barreras de la información reduciendo el tiempo entre la emisión y la recepción a casi 0. De ahí que se diga que el medio digital es un medio atemporal.

Somos capaces de enterarnos de casi todo, pero a la vez nos empequeñecemos frente a la infinita cantidad de información que podemos recibir por segundo.
El big data nos convierte en seres ignorantes, incapaces de asimilar y procesar los datos que leemos, porque enseguida los sobrescribimos con información nueva.
Esta cantidad ingente de información es consecuencia de la democratización de la información que es a su vez consecuencia de la aparición de la red digital. Los filtros que existían previamente entre emisor/es y receptores nos aseguraban un rigor informativo, aunque también una opacidad que nos hacia vulnerables y manipulables. Los medios comunicativos clásicos, hoy obsoletos, eran poderosos por su capacidad de influir en el pensamiento de las personas, pero también gozaban de respeto al dar siempre una versión veraz de la noticia en sí.

Ahora en cambio, el nuevo medio comunicativo sigue siendo capaz de distorsionar la realidad y hacernos vulnerables (incluso más que antes), pero no nos da ninguna garantía de veracidad, de ahí que hoy sepamos menos cosas que hace 20 o 30 años.
El mundo digital, que nos convierte en emisores y receptores a partes iguales, y además reduce el tiempo de recepción a 0, hace que las verdades y las mentiras se diluyan en una gran masa de información instantánea dando lugar a la posverdad.

En el ámbito de la arquitectura, la manera de aprender y formarnos ha seguido los pasos del resto del mundo con la aparición del mundo digital.
Esta masa de información viene dada, muchas veces, en imágenes. Este hecho nos induce a descartar o no las imágenes en un tiempo muy corto, sin posibilidad de reflexionar sobre que hay detrás de esa imagen. Ya no cogemos una monografía y leemos u observamos detenidamente el o los proyectos, sino que, mediante webs y aplicaciones casi exclusivamente de imágenes, miramos grandes cantidades de imágenes hasta dar con una que nos seduzca. Que sea la seducción el factor determinante de selección de información contrasta con el patrón seguido antes de la aparición de internet, la convicción.
En este sentido, Gilles Lipovetsky ya reflexiona en su libro “La era del Vacío” sobre la dualidad entre seducción y convicción y las consecuencias de este fenómeno en nuestra percepción del mundo y nuestra producción posterior.
Podría pasar que, dado que ahora nos sentimos seducidos en vez de convencidos por la información, nuestra producción se limite a seducir, como un decorado, sin una reflexión detrás de nuestra obra o proyecto.

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